Identidad y subjetividad en tiempos de diversidad sexual.

Identidad y subjetividad en tiempos de diversidad sexual.

Marcos Koremblit

 

“Quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí mismo”.            

Hermann Hesse.

 

Estos temas tan complejos, actuales y vigentes en nuestras prácticas y en la sociedad en su conjunto, nos interpelan a pensar entrecruzamientos posibles entre distintos campos teóricos. Nos obliga a pensar nuevos posicionamientos y nuevas formas de acercamiento a la comprensión tanto de fenómenos psicoanalíticos, como culturales y sociales.

Los cambios sociales si bien incluyen a la sexualidad, también la exceden: dentro de estos cambios podemos incluir cuestiones ligados al cambio en el entramado social en el que estamos inmersos, cambios en las configuraciones familiares, temas ligados a la cuestión de género, lo femenino, y siguen los etcéteras. Una cultura está siempre expuesta a cambios, sería imposible concebirla de otra manera. Estos cambios giran sobre todo en relación a los ideales culturales y sociales y cómo y cuánto una sociedad está preparada para absorberlos, lo cual implica un proceso que lleva su tiempo de necesaria espera en su dimensión elaborativa.

La diversidad sexual está inscripta dentro de estos cambios y necesaria apertura. Y la excede porque estos temas se incluyen en un momento signado por la caída de ideales, de cuestionamiento de normas estrictas sobre las posiciones sexuadas y los géneros, de aparición y mayor visibilidad de nuevos modos de estructuración familiar y de un fuerte desarrollo de las biotecnologías, Internet y mundos virtuales. [i]

Una posible dificultad es la manera como la sociedad frente a la novedad de estos cambios, necesita legislarlos para volver a incluirlos en un esquema conocido y sellado.[ii]. Así surgen los conceptos ligados a la heteronormatividad para pensar algunos de estos temas. Pero ¿existe una tal heteronormatividad? ¿O siempre y de manera inevitable estamos normatizados desde afuera (o marcados por “veredictos sexuales” [iii] concepto de Didier Eribon) en tanto sujetos de cultura?.

 

Identidad y Subjetividad.

El tema de la Identidad resulta problemático si lo suponemos como algo acabado y consistente de una vez y para siempre, hecho que cierta lectura psicoanalítica, nuestra cultura y la vida misma pone en jaque.

Pensando que la noción de sujeto no es homogénea podríamos discutir entonces con qué noción de sujeto trabajamos entonces, lo que implica un importante desafío, es decir, cómo es la producción de subjetividad sexuada en el mundo contemporáneo.

Freud, exponente de la Modernidad, a partir del sujeto de la razón, introdujo un cambio revolucionario para su época: el concepto de sujeto escindido. Esto no es lo mismo que el sujeto fragmentado de la Postmodernidad, el sujeto virtual de la ciber-cultura, ni la disolución del sujeto de la exclusión social, aunque muchas veces coexistan. “Los procesos de fragmentación y vacío, el debilitamiento de los lazos sociales y la exacerbación de los narcisismos tienen potentes consecuencias en los procesos de subjetivación” (Lewkowicz, I.).

Asistimos a un momento histórico donde en el mundo entero tenemos que lidiar con la incertidumbre, hecho que nuestra mente tolera poco. Esto conlleva preguntas que permiten abrir nuevos escenarios subjetivos, y sin certezas que cierren este camino a transitar. ¿Estaremos asistiendo a una época donde las nuevas formas de subjetividad tendrán que organizarse en torno a esta noción? ¿Podemos pensar la idea de un sujeto “en incertidumbre”? [iv]

 

“Una pequeña anécdota: cuando me recibí de medico empecé mi practica en el Hospital Neuropsiquiátrico “José T. Borda” de la Ciudad de Buenos Aires. En una de mis primeras guardias atendí a un chico de unos 16 años, que según el relato de su familia, había estado alucinado. Frente a mi duda ya que yo desde mi inexperiencia, no lo veía tan grave, consulté a la Jefa de guardia quien vino a interrogarlo. Cuando la familia relató que el chico se había teñido el pelo de color, esta jefa (que convengamos no era muy lúcida) dijo: confirmado, es una esquizofrenia y ahí tuvo que padecer una internación en el Hospicio el joven, víctima de una época”.

La historia viene a cuento de los cambios epocales. Desde el inocente pelo de color pasando por los tatuajes, consumo de drogas, familias monoparentales y hasta los enigmáticos cambios de sexo abren un abanico de temas que evidentemente nos obliga a volver a pensar la diversidad en esta época.

Solemos escuchar historias de chicos y chicas que realizan su debut sexual con alguien de su mismo sexo con el fin de “experimentar”, y este hecho no parece cuestionarlos en su posición sexuada. Todo parece indicar que a los más jóvenes no les resulta algo del mismo nivel de preocupación que lo que nos inquietaba a los de nuestra generación.

¿Cómo entendemos hoy, y especialmente exacerbados en tiempos de pandemia, los fenómenos ligados a las redes sociales y al tipo de “encuentro” rápido y fugaz que los jóvenes –y no tan jóvenes- han instalado en nuestra cultura?, ¿Cómo entender estas nuevas formas de organización –o desorganización?- de la sexualidad que parecieran circular en base a nuevos y distintos parámetros día a día. La intimidad y el encuentro amoroso, ¿habrán desaparecido en el ciberespacio?. ¿O nos plantean el desafío de descubrir nuevas modalidades de expresión sin contar muchas veces con la capacidad de observación necesaria para detectarlo?. ¿Se trata de una nueva forma de expresión que adquieren hoy, los mismos intercambios, idealizados a la distancia, de lo que ayer fueron las cartas de amor de nuestros abuelos?.

Los fenómenos “trans” cada vez más van teniendo, en ciertos sectores, una aceptación social que hubiera sido inimaginable hasta hace pocos años[v]. La gente moría a diario víctima de discriminación y violencia en niveles altísimos. Los grupos militantes en defensa de sus derechos han hecho y siguen haciendo un trabajo enorme en esta dirección, hasta la reciente aprobación de la ley de cupo travesti-trans para el trabajo estatal. Estos cambios legales seguro favorecen los cambios y la mayor aceptación de un fenómeno que poco a poco parece irse naturalizando en la sociedad.

Cada época construye modelos con los que un joven puede identificarse y encontrar un lugar de pertenencia y aceptación propias de ese momento. Aunque podía cuestionarse, mi impresión es que hoy los grupos LGBTI tal vez cumplen una función parecida a la que generaciones atrás cumplían los grupos de militancia política o religiosos. Una posición militante tan propia y necesaria en ese momento vital.

 

Sexualidad y Género.

Hoy los lugares identitarios parecen haberse multiplicado ad infinitum: bisexuales, transexuales, travestis, intersexuales, incluso “asexuales”. Para este heterogéneo conjunto se ha propuesto un nuevo concepto, el de “transgénero”, que incluye entonces: transexuales masculinos y femeninos, travestis, cross-dressers, she-males, drag-artists, butch-dykes, etc., que transgreden las normas sociales y las expectativas de sexo y género (Diamond M.). Tratándose de la identidad que cada uno asume, y esto vale también para la identidad sexual, podría haber potencialmente tantos géneros como gustos posibles, tantas categorías genéricas como sujetos pueblan el mundo. Pero en esta ilimitada oferta, opera una lógica que complejiza la mirada clásica psicoanalítica basada en el complejo de castración. [vi]

Las parejas homosexuales, el travestismo, las nuevas formas de familia, parecen cuestionar el concepto de diferencia sexual. ¿Es la diferencia sexual una noción dependiente de cambios históricos o sociales o se trataría de un axioma ahistórico e inmutable?. Se trata de categorías problemáticas porque sus fundamentos se proponen como inamovibles. Habría entonces que hacer un esfuerzo por entender la expresión que tiene, dependiendo del momento histórico de que se trate.

Para esto quisiera abrir la discusión a una temática específica: me refiero a las homosexualidades”.

Partiendo de la idea de los cambios habidos en la construcción de discursos sobre la homosexualidad, debemos tener en cuenta que estos conviven con otros discursos que sostienen una posición estricta sobre la homosexualidad como perversión. Esto nos obliga a preguntarnos acerca de cuáles son los discursos vigentes en la cultura, en la teoría y en la clínica incluyendo al psicoanálisis y a la persona que consulta.[vii]. Sabemos que en estos cambios no están ausentes motivos de poder ligados al orden socio-político y religioso, que pueden ejercer presión sobre los cambios de discurso sobre este y tantos otros temas también.

Desde mediados del siglo XIX, la sociedad industrial imprime nuevas características a la familia. Junto a esto hay una redefinición de la masculinidad tradicional. Las sucesivas crisis económicas pusieron en jaque también los valores e ideales que tan firmemente parecía haberse instalado en la sociedad. Empezaron a aparecer hombres que agobiados por tener que sostener un papel de hombre “macho proveedor”, comenzaron a transitar por situaciones de stress, depresiones importantes e incluso intentos de suicidio. l[viii].

¿Existe una homosexualidad o varias?. Ya en la obra de Freud encontramos distintas posiciones al respecto, y mucho más en los autores posteriores. Lo que sí es evidente es que no hay una explicación totalizante y, además, que “decir homosexualidad puede querer decir muy poco si no hay referencia a los deseos, fantasmas e identificaciones en juego (Glocer de Fiorini, L.)”. Esto destaca además la complejidad – o la ausencia- que una teoría de la masculinidad, a diferencia del estudio de la feminidad, ha tenido en Psicoanálisis. [ix]

Siempre estamos necesitando reevaluar como posicionarnos frente a posibles nuevas de presentaciones sociales que contienen, pero también exceden a la sexualidad y las prácticas sexuales. Estas cuestiones van más allá de moralismos reduccionistas, pero evitando también posiciones acríticas al respecto. Entonces nuestro compromiso pasará por saber que un nivel de prejuicio estará siempre presente, conociéndolo, y tratando que opere lo menos posible como obstáculo.

Una cultura está siempre expuesta a cambios, sería imposible concebirla de otra manera. Los cambios sociales y formas actuales de comunicación nos plantean nuevos interrogantes y nos obligan a pensar una vez más lo propio de la subjetividad de esta época. Este es hoy nuestro gran desafío[x].

 

 

Referencias bibliográficas

Badinter, E. (1991): XY, la identidad masculina. Grupo editorial Norma.

Bauman, Z. (2016): “Tiempos líquidos”. Grupo Planeta

Bleichmar, S. (2006): “Paradojas de la sexualidad masculina”. Ed Paidós

Deleuze, G. y Guattari, P. (1994): “Mil mesetas capitalismo y esquizofrenia”. Ed. Pre-textos

Diamond, M. (1999): “Componentes básicos de la sexualidad humana”. Revista de Psicoterapia.

Eribon, D. (2018): “Teorías de la literatura sistemas de género y veredictos sexuales”. Ed. Cúspide

Espinosa, R. y Koremblit, M. (2009): “La intimidad, lo público y lo privado según las épocas”.

Freud, S. (1911): “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente”. AE XIV

Glocer Fiorini, L. (2015): “La diferencia sexual en debate”. Lugar Ed.

Leivi, M. (2014): “Identidad de género y diferencia sexual”. Rev. Psicoanálisis Vol. XXXV 2 3

Melo, A. (2020): “Chau clóset: la era dorada de la series no esconde las diversidades sexuales” Tiempo argentino, 5 octubre 2020.

Lewkowicz, I. (2004): “Pensar sin estado. La subjetividad en la era de la fluidez”. Ed Paidos

Romero W. (2021): Comunicación Personal.

Sennett (1998): “La corrosión del carácter”. Anagrama Ed.

 

[i] Sennett nos habla de los efectos psicológicos de la globalización como consecuencia de la desinvestidura del lazo social y la liberación del mundo pulsional a su satisfacción, sin el valor del compromiso y sin la responsabilidad de una ética de la alteridad. Plantea que esto va acompañado de una devaluación de los ideales con la caída de su potencial para la organización fantasmática y la capacidad de metaforización de cada sujeto (Sennett, R.).

[ii] Dentro de la comunidad gay es curioso encontrar como surge la necesidad de encasillarse en nuevos grupos organizados. Pareciera que a la desconstrucción de categorías contra los que los nuevos grupos sociales se levantan y se oponen, sigue y acompaña la necesidad de crear otras que vuelvan a organizarlos en nuevas categorías y tal vez nuevas formas de encasillamiento social.

[iii] “Los grandes escritores son grandes teóricos”. A partir de este apotegma, Didier Eribon vuelve a la carga en su nuevo libro Teorías de la Literatura. Sistemas de género y veredictos sexuales (Waldhuter, 2017), con variadas hipótesis que exploran de qué modo autores fundamentales del canon gay construyen, a través de sus obras de creación, teorías en torno a la sexualidad. Aunque esos textos se encarguen de “mostrar” subjetividades disidentes (o entidades que bajo el ropaje de un personaje encarnan el desvío), Eribon sostiene que las ficciones se inscriben en universos donde la polarización masculino/femenino tuvo, tiene y sigue teniendo un peso descomunal. Mediante la incorporación del concepto de “veredicto” -que debería reemplazar o subsumir el concepto de “norma”-, el crítico francés dirige ahora su mirada al “nivel de las estructuras” dado que, a su parecer, las prácticas minoritarias ya son parte de un sistema que tiende más a su perpetuación que a una transformación radical: hay que direccionar los intereses. El mundo social debería analizarse como un “conjunto de veredictos que se imponen a los individuos o se apropian de ellos en algún momento de sus vidas” y que son “dictados” por las “estructuras sociales, raciales, sexuales, de género, etc. heredadas de la historia”. Esos “veredictos” -que crean “efectos de destino” y que determinan “formas de vivir” y “formas de percibir”- están más que presentes en las teorías sobre la diferencia sexual que la literatura “presenta”. Hay que leerlo todo de nuevo. (Romero W.)

[iv] Lo que llamamos “experiencia” es un acontecimiento transformador de las vivencias: es hacerlas propias y no salir de ellas de la misma manera que como se entró. “Hacer experiencia” es aprender de las vivencias (traumáticas o catastróficas) haciéndolas trabajar con los recursos subjetivos de cada uno, e incluso creando nuevos (C. Guzzetti).

[v] Pequeña anécdota: en el acto de entrega de diplomas de un Colegio Secundario clásico de la ciudad de Buenos Aires se hizo mención y subió al estrado a hablar la primera alumna “trans” egresada de este colegio. En sus palabras agradeció profundamente el no haberse sentido discriminada y haber sido acompañada y apoyada en el tránsito de cambio de sexo. Yo sabía del tema de oídas por mi hija y sus compañeras, pero no lo conocía en profundidad. Para ellas no había sido un tema conflictivo ni mucho menos. Era un/a compañero/a más.

 

[vi] El papa Francisco se posicionó en contra de las cirugías de reasignación sexual y tratamientos hormonales a los que recurren las personas “trans” para afirmar su identidad de género. El religioso calificó como “peligrosos” los métodos técnicos destinados efectuar la transición de género, pues aseguró que atentan contra las bases de la diferencias sexual. El posicionamiento del máximo jerarca de la Iglesia Católica contrasta con las que pronunció en 2015 cuando se reunió con Diego Neria, un hombre transexual que fue expulsado por su parroquia en un poblado de España. Bergoglio se opuso a la forma en la que fue tratado el hombre, pues indicó que todas las personas son bienvenidas en la casa de Dios. Asimismo, en 2016, el jefe de Estado del Vaticano dijo que la Iglesia católica debería disculparse con los homosexuales debido a los malos tratos que la institución religiosa había propinado en su contra lo largo de la historia”.

[vii]Las producciones de ficción contemporáneas dan cuenta de una batalla cultural ganada: las identidades y prácticas por fuera del mundo heteronormativo ya no generan vergüenza, burla o castigo. Por convicción o interés comercial, el mundo del streaming expandió una mirada inclusiva con la que el cine de Hollywood sigue en deuda. Porque acompañan el camino hacia la igualdad que transitan buena parte de las sociedades del mundo, por corrección política, para facturar más o por todo eso junto: las series contemporáneas incluyen como nunca la diversidad sexual. El éxito masivo de Los Simpson y de Los Soprano dieron cuenta del fracaso de la familia tradicional y de la necesidad de ampliar los modelos hegemónicos. Hicieron evidente que los televidentes se identifican más con familias complejas y disfuncionales que con los Ingalls o los Cosby (Melo A., 2020).

[viii] Hay que aprender a disociar sexualidad de sentimiento de virilidad para acabar por todas con la identificación entre desempeño sexual y masculinidad. Esta última puede ser confirmada por algo distinto a un pene en erección (Elizabeth Badinter, 1992)

 

[ix] “…Es curioso comprobar que, mientras el material recogido en análisis de mujeres es inmediatamente generalizado y trabajado en relación con el intento de consti­tuir una teoría de la femineidad, no ocurre lo mismo con los análisis de sujetos masculinos, y que gran parte de lo que de ellos surge, respecto de las vicisitudes de la sexualidad, quedan “remitidos a la singularidad de una subjetividad en proceso”, sin que generalizaciones ni revisiones teóricas sean puestas de relieve”. (Bleichmar S.)